La conservación del patrimonio cultural implica comprender la transformación de un paisaje nativo, como el bosque tropical seco, a un paisaje cultural interpretativo que evoluciona a un área silvestre protegida, como Santa Rosa.

Viajar a Santa Rosa, evoca un sentimiento de identidad nacional -sin lugar a dudas- por los hechos militares ocurridos en el año de 1856 en una antigua hacienda ganadera en el noroeste de Costa Rica; sin embargo la vida previa en esta hacienda y su continuidad después de ese evento militar, es imposible imaginarla sin su cotidianidad como lugar de trabajo.

Es por eso, que en los siguientes párrafos se resumen algunos aspectos vinculados a la ganadería y principalmente a una infraestructura de trabajo que formó parte del antiguo paisaje ganadero de la Hacienda Santa Rosa, como lo son los baños de inmersión. 

Ante todo, hay que situarnos en los orígenes de la ganadería en Costa Rica y mencionar que los primeros grupos de ganado europeo ingresaron al país con fines de alimentación para la población. Provenían tanto de Honduras como de Nicaragua y arribaron en la expedición capitaneada por el conquistador español Juan de Cavallón, alrededor de 1561 (Quirós, 2006). 

Este traslado, fundó las primeras manadas para crianza del género Bostaurus, que originalmente provenían de la península Ibérica en el siglo XVI, que siguieron creciendo por la importación de 400 vacas y toros adicionales, traídos por Perafán de Rivera en el año de 1568. Lo anterior inició una actividad económica que por muchos siglos ha puesto en alto la tradición cultural guanacasteca (Quirós, 2006).

La importación del ganado Bostaurus, conllevó a una apropiación de la raza, que fuese introducida a América, siendo luego conocida en nuestro país y otras latitudes del continente como ganado criollo. (Quirós, 2006).

Con los años, la ganadería fue creciendo. En documentos como el Censo de Nicoya de 1751, registrado por el vicario Tomás Gómez Tenorio, se da cuenta de la existencia de 19649 animales de crianza ganadera distribuidos en 34 haciendas, entre las que estaba la Hacienda Santa Rosa, según Quirós y Solano (1997).

Por otra parte, se supo que en 1751, durante la posesión de la Hacienda Santa Rosa por Juan Antonio Santos de San Pedro, se desarrollaba en ella la ganadería extensiva y predominaba la cría de animales de trabajo y carga. En esa época, se contaba con 1500 reses productoras de leche, carne y otros derivados. También hubo alrededor de 400 yeguas y burros (Quirós y Solorzano, 1997).

Desde este contexto, encontramos que la infraestructura de trabajo de una hacienda ganadera, además de corrales de piedra como cerramientos para el ganado, unidades habitacionales y potreros, contó también con sitios para tratamiento de parásitos externos en el ganado como: garrapatas, ácaros, piojos, moscas, entre otros.

Uno de los métodos de tratamiento utilizados en aquellos años fueron los baños de inmersión, los cuales permitían tratar de modo eficaz grandes cantidades de ganado. De ahí deriva la utilización de este tipo de infraestructura que se encuentra hoy como vestigio del trabajo en las grandes haciendas ganaderas del Pacífico Norte de Guanacaste (como lo fue la Hacienda Santa Rosa). 

Fotografía: Johan Martínez   junio 24, 2022
Vista de rampa de ingreso al antiguo baño de inmersión de la hacienda Santa Rosa
Fotografía: Johan Martínez junio 24, 2022
Fotografía: Johan Martínez, Junio 24, 2022
Ruinas de tanque auxiliar del antiguo baño de inmersión de la hacienda Santa Rosa
Fotografía: Johan Martínez, Junio 24, 2022
Fotografía: Johan Martínez, Junio 24, 2022
Antiguo baño de inmersión de la hacienda Santa Rosa
Fotografía: Johan Martínez, Junio 24, 2022
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Este tipo de tratamiento consistía en sumergir a los animales en una fosa llena de agua con antiparasitarios. La forma líquida del tratamiento, junto con las propiedades químicas, aseguraban un tratamiento total que alcanzaba aquellos lugares del animal en donde podrían esconderse los parásitos. Por ello, los ganaderos incorporaban dentro de su infraestructura de trabajo el diseño de estos bañaderos, para sumergir al ganado. 

Para la construcción de un baño de inmersión era necesario considerar los siguientes componente:

  1. Corral de reunión: Sitio donde se realizaba la selección del ganado por tratar.
  2. Manga de entrada: Sitio por donde ingresaba cada animal a manera de hilera, para realizar la inmersión.
  3. Fosa de inmersión: Espacio que contenía el producto activo. Por su dimensión y profundidad, permitía la inmersión total del cuerpo del animal y lo obligaba a saltar y a nadar de un extremo a otro para su salida.
  4. Tanque de reserva: Espacio de almacenamiento auxiliar de agua para llenado o relleno de la fosa de inmersión.
  5. Rampa de salida: Estructura a manera de gradas por donde se apoyaba el animal para salir de la fosa.
  6. Escurridero: Espacio cerrado con piso de concreto, donde se hacía esperar a la res (posterior al tratamiento) para luego trasladarla al corral o potrero.
  7. Bebederos: Componente auxiliar para que los animales tomen agua.
  8. Sumidero: Componente auxiliar de drenaje del agua usada en el sistema luego de su descarga.

En el pasado, una de las principales ventajas del uso del baño por inmersión era la eficacia y economía del procedimiento. Sin embargo, dentro de sus inconvenientes sobresalía el alto riesgo para el medio ambiente, pues no se realizaba una adecuada eliminación del líquido del baño. Incluso, dependiendo del producto utilizado, se podía generar una alta carga de contaminantes que llegaban a las fuentes cercanas de agua. Contexto ganadero(2014).

Actualmente, estas unidades de tratamiento se encuentran en desuso ya que presentan muchas desventajas, tales como:

  • Necesitan grandes volúmenes de agua para su funcionamiento. 
  • Requieren una reutilización del producto aplicado (por lo menos cuatro o cinco veces) para que sea rentable desocupar el tanque y volverlo a llenar.
  • Demandan altos costos de construcción en la actualidad.
  • El sistema no es recomendable para hembras en gestación o para animales lactantes o muy pequeños.
  • Los parásitos han creado resistencia a los principios activos de algunos pesticidas.
  • Los animales se pueden lastimar durante el baño.
  • Su limpieza implica una gran dificultad y altos costos, según las exigencias medioambientales actuales.

Aunque están en desuso, no es recomendable ingresar dentro de su fosa principal ni apoyarse en sus ruinas, por la exposición a la que nos podríamos enfrentar.

En síntesis, los baños de inmersión de Santa Rosa constituyen un vestigio de prácticas y oficios patrimoniales que podemos valorar hoy por su legado y su aporte a la identidad de una región.  Son un recurso que todos debemos conservar y admirar para la interpretación de las dinámicas sociales y económicas: una evidencia de la evolución histórica del trabajo y tradición cultural de las haciendas ganaderas. 

A pesar de la inserción de la tecnología en las actuales prácticas laborales de la zona, estos baños constituyen una mirada al pasado que nos llama a seguir aprendiendo y creando conciencia sobre la protección de los recursos naturales y de los paisajes culturales. 

Por tanto, lo invitamos a seguir aprendiendo del antiguo paisaje ganadero de Santa Rosa, que hoy en día es modelo de recuperación del bosque tropical seco y un recurso de alto valor ecológico para la humanidad.

 Rótulo ubicado en los antiguos baños de inmersión, Parque Nacional Santa RosaRótulo ubicado en los antiguos baños de inmersión, Parque Nacional Santa Rosa

Fuentes consultadas:

 

Agradecimientos

  • Elena Valverde Alfaro (Lectora)

  • Monserrath Navarro Barquero (Lectora)

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