Biografía de un Agricultor: "Anselmo Parrales Canales "

Por Amado Grillo, Programa de Ecoturismo ACG.

Anselmo Parrales Canales nació el 21 de abril de 1911, tiene 85 años y reside en el Barrio Pueblo nuevo de Liberia, Guanacaste, Costa Rica; padre de 20 hijos, nietos y bisnietos. Es un padre ejemplar, trabajó la tierra desde muy temprana edad, recuerda con gran claridad que a la edad de 7 años acompañaba a su padre al trabajo, llevando consigo, su machete, su lima y sus caites como implementos de trabajo.

Decía su padre que el que trabajaba la tierra era hombre, para su padre era orgullo cultivar la tierra. Recuerda que su papá salía a las 4 de la mañana a cultivar la tierra, pero en una forma rústica, usando un " espeque " y un "jicarón " o "churuco " atado a la cintura como se puede observar en la foto.

Menciona Parralito que fue creciendo en el ceno de esa gran familia, que tenía esa gran vocación de amar la tierra; esa tierra que les daba el sustento diario, sembrando maíz, frijoles, plátano, criaba cerdos, gallinas y otras cosas que recuerda con nostalgia.

Dice textualmente "El destino me traicionó, tuve que vender mi finca, que me brindaba el sustento diario, nos fuimos poniendo viejos la tierra y yo, un día de tantos decidí vender mi tierra para emigrar a la ciudad, buscando nuevos horizontes; hoy la ciudad consume, pero no produce. Hoy con 85 años sobre mis espaldas, me siento capaz de retar al tiempo, todavía siembro ciertos productos en un pedacito de tierra que tiene media manzana; a ésta edad ni el sol, ni la lluvia me intimidan; mientras Dios me de licencia de vida, lo haré con amor; abonaré la tierra con el sudor de mi frente, como lo hicieron las generaciones pasadas; usando el arado con bueyes, el espeque, el churuco, la lima y el Borriquero . Hoy el agricultor de espeque y churuco desaparece; la maquinaria vino a desplazarlo, la nueva tecnología ocupó su campo, pero en una forma diferente... tractores-cosechadoras, abonos químicos".

Agricultor Anselmo Parrales. Obsérvese el "jicarón" y el "espeque". Foto / R.Vega.

Dice Parralito que la tarea de cada peón era sembrar uncuartillo de frijoles a las 12 del día, cosa que no erafácil, cuenta que habían personas más briosas omás rápidas. Cuando siembran el maíz, siempreesperaban las primeras lluvias, este señor usaba 2 jicarones,uno al frente y otro atrás atado de su cintura; éstoporque según su propias creencias y cultura, el grano demaíz que no caía dentro del hoyo, salía rodandofuera del mismo, entonces lo recogía y lo echaba en eljicarón que llevaba atrás en su cintura, estos granoslos llevaba a la casa y se los repartía a las gallinas, porquecreía que éste maíz era rebelde y noquería producir, o sea era castigado echándoselo a lasgallinas o a los cerdos, lo castigaba por vago.

Hablar con este legendario campesino es abrir una biblioteca consu sabiduría; dice que los movimientos de la luna teníamucho que ver con sus sembradíos, para cortar árbolesesperaban luna creciente, para castrar esperaban la luna cuartomenguante; todo lo relacionaban con las fases de la luna y lorespetaban, esas creencias ya habían sido heredadas de susabuelos y padre, hoy solo viven del pasado.

Es increíble la supervivencia de esos grandes hombres, paramal de suerte quedan muy pocos, unos en un rinconcito de su casa yotros en la Diestra del Señor; pero sin embargo todavíaexisten algunos como este señor y quiénes sueñany valoran su espeque, su churuco, su calabaza, su machete Nº28,y su garabato como herramientas de trabajo.

Es impresionante escuchar su narración de cómosobrevivieron en una época de limitaciones; la cosecha queproducían dejaba una parte para el gasto y lo que sobraba losacaban al pueblo para venderlo y comprar ropa, zapatos, medicinas yotras cosas que no producían en la finca. Para transportar elproducto al pueblo, lo sacaban a caballo; un comerciante lescompraban el arroz a 30 colones el quintal ya pilado, ytambién a cambio de ciertos productos que el agricultor nopodía producir.

Desgraciadamente estos campesinos fueron monopolizados por loscomerciantes que acumularon grandes fortunas a costa de la necesidad.Recordemos las inclemencias del tiempo, sin camino, sinelectrificación, con viviendas de ranchos de palmas, otablilla, con el piso de tierra, jalando el agua en balde. Susfinquitas estaban ubicadas en las montañas donde las mayoresenfermedades que atacaban fue el paludismo en los niños yadultos y si la finca se ubicada en zonas lluviosas, eran atacadospor la serpiente terciopelo, también fueron afectados por elinsecto papalomollo que produce una llaga en su cuerpo.

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